https://elpais.com/elpais/2011/06/13/actualidad/1307950982_130795.html
¿Quién jamás tuvo una caja de zapatos con vermes de seda en el momento en que era pequeño? 🇧🇷 Recuerdo tal y como si fuera ayer y pasaron varios años, la primera oportunidad que vi los apreciados vermes de seda que vendían en la puerta del metro de mi vecindario de La capital española, costaban diez céntimos de peseta cada uno de ellos y en el momento en que los adquirías, te los obsequiaban a ti envuelto en un cucurucho de periódico adjuntado con un puñado de hojas de morera que era su alimento. Tenías muchas ganas de llegar a casa para meterlos en una caja de cartón clausurada que se emplea para almacenar zapatos donde perforaste la tapa y empezaste a imaginar dónde hallar las moreras para proceder a arrancar ciertas hojas y de esta manera conseguir el alimento preciso, que en ocasiones significaba ofrecer un largo recorrido hasta las afueras del vecindario donde acostumbraba a haber viviendas bajas cuyos patios o calles estaban sembrados de moreras, algo bastante común en esos días. Todos y cada uno de los días, aparte de poner novedosas hojas de morera para dar de comer a los insaciables vermes, veías de qué forma estos engordaban hasta comenzar a realizar sus capullos y se transformaban en la mariposa que ponía los huevos y empezaba un nuevo período. Como veis nos entretenemos con muy escasas cosas y nos entretenemos bastante……
Fotografías: recogiendo vermes de seda y hojas de morera
Saliendo a agarrar hojas de morera, que es la lo único que comen los vermes de seda, es un enorme aliciente a fin de que los mucho más pequeños se impliquen en el precaución de estos animales…
El dueño de la tienda de mascotas nos dio unas vagas normas (“salgan del centro comercial, prosigue a la izquierda, hasta la segunda rotonda y allí, al salir de Parla, hay una avenida llena de moreras”)…
¿Precisas electricidad?
Para su avance, los vermes de seda solo precisan espacio y alimento, aparte del aire común que les entra por los orificios de sus cajas. No precisan la luz directa del sol ni la luz del sol, ni es requisito ponerlas bajo ninguna lámpara de incubación.
Aprecian una temperatura incesante y, de entrada, no un exceso de luz, con lo que se aconseja no sostener la caja abierta bastante tiempo.